¡Hola, humanos! Yo soy Stormy, una Golden Retriever con una historia muy especial. Nací el 29 de octubre de 2019 en Medellín, sin saber que en otro lugar, muy lejos de ahí, alguien ya soñaba conmigo.
Desde que mi mamá humana cumplió su primer año de casada, empezó a pedirle a mi papá humano que le regalara un Golden Retriever. Pero él siempre decía que no, que un perro como yo era demasiado grande y difícil de cuidar. No sé cuánto tiempo insistió, pero al final, ¡lo logró! Y así fue como mi destino quedó marcado.

A los 45 días de nacida, emprendí un viaje muy largo en bus desde Medellín hasta Tuluá. No entendía qué pasaba ni a dónde iba, pero lo que sí sabía era que extrañaba a mi mamá perruna y a mis hermanitos. Cuando llegué a mi nuevo hogar, todo era extraño para mí. Esa primera noche lloré mucho, tratando de encontrar algo familiar. Me acurruqué entre mis peluches, buscando un poco de consuelo. Pero mi mamá humana me abrazó con tanto amor y ternura que poco a poco entendí que estaba a salvo.

Al principio, no tenía nombre. Pero no tardé en demostrarles quién soy. Cada vez que me dejaban sola, movía todos mis peluches de un lado a otro y dejaba la casa como si hubiera pasado un huracán. Fue ahí cuando decidieron llamarme Stormy, porque, al parecer, soy toda una tormenta. ¡Y la verdad es que me encanta mi nombre!

Con el tiempo, descubrí algo que me encantaba: los paseos en carro. Pero lo mejor de todo era mi lugar favorito… ¡el tablero! Mientras otros perros disfrutan sacar la cabeza por la ventana, yo prefería acostarme sobre el tablero del carro, justo encima del velocímetro, como si fuera mi cama personal. Desde ahí, podía ver todo lo que pasaba afuera, aunque muchas veces terminaba profundamente dormida. Mamá y papá siempre se reían de mí, pero la verdad es que ese lugar era perfecto: calentito, con buena vista y sin que nadie me molestara.

Con el tiempo, me di cuenta de que este era mi hogar y que había encontrado a mi familia para siempre. Hoy, cinco años después, sigo llenando la casa de pelos, amor y travesuras. Mamá dice que yo era el regalo que la vida le tenía reservado, pero yo creo que la afortunada soy yo, porque encontré a los mejores humanos del mundo.