¡Hola, humanos curiosos!
Soy Stormy, y si estás aquí es porque quieres saber cómo pasé de ser una cachorra cualquiera a convertirme en una celebridad canina con miles de seguidores en redes sociales. Te contaré mi historia desde el principio.
Todo empezó en octubre de 2019, cuando llegué a mi nuevo hogar. Mi humana, Alejandra, estaba obsesionada conmigo desde el primer momento (¿y quién no lo estaría?). Con el tiempo, fue que empezó a tomarme fotos y videos sin parar. ¿La razón? ¡Su celular no tenía espacio para guardar tantas fotos mías! Así que decidió abrirme una cuenta en Instagram como un álbum virtual.
Al principio, éramos solo yo, mi mamá, mi papá y unos cuantos seguidores cercanos (amigos y familiares que querían ver cuánto me estaba creciendo la melena). Pero un día todo cambió: subimos un video en el que mostré mi verdadero carácter, esa mezcla perfecta de diva antipática y reina del sarcasmo. ¿El resultado? ¡Boom! La gente se enamoró.
Mi mamá empezó a darme una voz única en los videos, porque claro, no soy cualquier Golden Retriever. Mientras otros perros parecen adorables y tiernos (ugh, aburrido), yo dejé claro que no soy fanática de que me molesten demasiado. Frases como: “¡Ay, sheñoles, no sean intensos!” o “Amo mi espacio pelsonal, ¿sí?” se volvieron mi sello. A la gente le encantó que fuera diferente, que no siempre pareciera “la perrita feliz”.
Al principio, mi mamá hacía casi todo sola. Ella grababa mis ocurrencias, inventaba las frases y las decía con esa voz que ya muchos de ustedes reconocen. Pero luego mi papá, Héctor, se unió al equipo. Él es el cerebro detrás de toda la magia tecnológica. Desde que llegó, las cosas se volvieron mucho más organizadas. Él se encarga de editar los videos y fotos, programar el contenido en las redes sociales y asegurarse de que todo funcione como debe. Él también fue quien creó mis otras redes sociales para que más personas pudieran disfrutar de mis aventuras. Con mamá y papá trabajando juntos, formamos el equipo perfecto.
Publicamos contenido todos los días, sin descanso. Dos videos diarios, siempre mostrando mi personalidad única. Poco a poco, los seguidores comenzaron a llegar. Primero 1,000, luego 10,000… ¡y ahora tengo más de 200,000 seguidores en todas mis redes!
No fue fácil llegar hasta aquí. Mi mamá y mi papá tuvieron que aprender todo por su cuenta: editar videos, entender los algoritmos y encontrar los horarios perfectos para publicar. A veces no sabíamos si algo funcionaría, pero siempre fuimos auténticos. Creo que eso es lo que me hace especial: no intento ser perfecta, soy yo misma, con mi carácter único y mis ocurrencias.
Hoy, mi cuenta no solo es un espacio para compartir mis aventuras, sino también un lugar donde otros humanos pueden reír, relajarse y, por qué no, aprender a dejar de ser tan intensos (¡como yo siempre digo!).
Así que aquí estoy, compartiendo mis días contigo. ¿Quién diría que un simple álbum de fotos se convertiría en una comunidad de personas que aman mi sarcasmo y mi estilo de vida? Pero bueno, no puedo quejarme. Ser famosa no es fácil, pero alguien tiene que hacerlo, ¿no?
¡Gracias por acompañarme en esta aventura! Nos vemos en el próximo ladrido digital.